Iglesia de la Asunción

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martes, 10 de marzo de 2020

CRISIS EN PRIMERA PERSONA


“Cuanto más grande es la herida, más privado es el dolor”. Isabel Allende

Estoy en plena crisis, sentada escribiendo esto, mientras mis manos se encuentran semirecogidas del dolor. Pero quería escribirlo así, con el dolor  quemante, con la herida abierta.

Muchas personas se preguntan cómo son las crisis de fibromialgia, incluso quienes ya tenemos este diagnóstico no estamos seguro de cómo deberíamos sentirnos, puesto que es difícil de determinar. En general,  la fibromialgia agrupa muchos síntomas y estos se presentan de diversas formas en cada uno de quienes vivimos con esta enfermedad.

Así que aquí va, yo describiré cómo me siento ahora, para que todas aquellas compañeras de lucha que no están seguras de cómo se sienten, para que tengan una idea y sepan que no están solas transitando en este camino. Pues no estás sola, yo y muchas otras personas se sienten así y tienen que lidiar con el miedo al dolor, el dolor en sí mismo, la angustia de no poder manejar los síntomas, la tristeza de saber que otra vez llegó un día de aquellos.

Me cuesta mucho moverme, como si mi cuerpo pesara el doble desde ayer. Arrastro los pies mientras camino. Estoy sudando un poco, no hace calor particularmente ahora, pero tengo una sensación febril que nubla un poco mi cabeza. No es fiebre pero siento que me arde una corona imaginaria, que me aprieta hasta doler, que me quema hasta los pensamientos. Me molesta mi cuello y mi mandíbula, los siento rígidos, porfiados, inmóviles. Apretados como un puño que no quiere abrirse.

Respiro, lento, trato de enfocar mi cabeza en eso. Entra el aire, sale el aire, me duele, entra el aire, concéntrate, sale el aire, ya va a pasar.

Me duelen las partes del cuerpo que tienen contacto con la silla en la que estoy sentada, pero acostada me duelen todos los músculos que rozan la cama. Me molesta la ropa, como si tuviera la piel quemada, la siento inflamada, pero se ve normal. Me duele el estómago, está inflamado y cada vez me muevo más lento, porque estoy agotada, con la sensación de haber sido golpeada en cada lugar del cuerpo. Pequeños moretones invisibles por todos lados.

Trato de tener la mente clara, pero a ratos me invade la rabia, la pena, la rabia, la resignación. Pasan cual invitadas sobre mi mesa, mientras espero que los analgésicos y calmantes hagan efecto. Y que sea este día el malo, que mañana sea uno bueno o al menos no malo. Un día promedio.

Si te sientes así, probablemente estés cruzando una crisis, una pequeña explosión del cuerpo en muchos casos provocado por algún desajuste. Una tensión particular, una noche de insomnio, un cambio en la alimentación, una presión física o emocional. Anótalo. Registra que cosas generan crisis, hay que conocer al dolor para lidiar con él.


Esta es mi crisis, he leído de muchas así en cientos de testimonios en estos últimos casi 4 años. No estás sola, no es para siempre, el diagnostico sí, las crisis no. Respira, lento, de nuevo. Ya va a pasar. Todo va a estar bien. Eres (soy, o al menos lo intento) más que un minuto de oscuridad. Sólo hay que esperar que la luz encuentre donde brillar mañana. 

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Repasando por la red me encontre este articulo que me gusto y pertenece a este blog


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