Entrevista a la Dra. Fátima Gallastegui
Experta en intervención psicológica en fibromialgia y autora de 'Remonta tu vuelo'
La fibromialgia es un 'túnel oscuro' del que se puede salir, afirma Fátima Gallastegui, experta en el abordaje psicológico de esta enfermedad, que ella sufrió durante años, y que nos da consejos para afrontarla y superarla.

"La intervención psicológica es necesaria en una terapia efectiva de la fibromialgia, para crear cambios en las actitudes del paciente y en su estilo de vida que le aporten beneficios en otros ámbitos"
Tu libro se titula 'Remonta tu vuelo (Más allá de la fibromialgia hacia una nueva vida)', ¿por qué has decidido escribirlo y a quién va dirigido?
Este libro va dirigido a todas las personas afectadas de fibromialgia, también a las familias y al entorno que comparten el día a día con ellas, y al personal médico que las atiende. Escribir este libro ha constituido para mí la mejor terapia. Lo he hecho, por un lado, para sacar todo el dolor que me oprimía y, por otro, para ayudar a otras personas que se encuentran en la misma situación, por lo que su principal propósito es ayudar a otras personas que atraviesan la trinchera del dolor a diario, como yo lo hice durante muchos años.
Quiero que este libro sea una puerta a la esperanza para todos aquellos que sufren y que se hallan todavía en ese túnel oscuro, en ese pozo tan profundo. Quiero decirles que yo estuve ahí, y que se puede salir, que se puede volver a tener de nuevo una vida plena; que al final de ese túnel oscuro hay una luz. Y que cuando crees que todo ha acabado puedes volver a ponerte en pie y recuperar tu vida, que puedes, en definitiva, remontar tu vuelo.
El diagnóstico de fibromialgia se demora a veces durante años, y las personas que la padecen se suelen sentir incomprendidas. Desde tu propia experiencia, ¿qué medidas crees que se deberían adoptar para que los afectados por esta enfermedad tuvieran más posibilidades de mejorar su calidad de vida?
Sí, es frecuente que pasen años hasta que la persona afectada sea diagnosticada. Algunos estudios estiman una media de 12 años el tiempo que se tarda en obtener un diagnóstico. En mi caso concreto pasaron 15 años conviviendo con la fibromialgia hasta que fui diagnosticada. Mientras tanto, y durante todo este tiempo, acudía a la consulta de diversos médicos y especialistas, pero ninguno parecía detectarlo, aunque yo lo sospechaba. Mi médico de la Seguridad Social llegó a decirme cuando le insinué que podría padecer fibromialgia, que él no creía en la fibromialgia, que era como Santo Tomás de Aquino: 'ver para creer', añadió. Existe un grupo de médicos fibroescépticos que rechaza la fibromialgia al desconocer los mecanismos de desarrollo de la enfermedad. Mientras tanto, la persona que lo sufre se siente incomprendida, incluso por la familia y el entorno, que minimizan los síntomas, concediéndole escasa importancia y obligando al enfermo a hacer un sobreesfuerzo para llevar a cabo las tareas y actividades cotidianas, yendo más allá de sus propias posibilidades, perpetuando el dolor, y cronificando los síntomas.
El consejo que daría a las personas que presentan síntomas compatibles con la enfermedad sería que perseveren hasta obtener un diagnóstico. Que acudan a unidades y centros especializados que, aunque no son muchos, cada vez van en aumento. El hecho de proporcionar un diagnóstico permite a los enfermos actuar y mejorar. El diagnóstico de fibromialgia legitima, en cierta manera, el dolor y el sufrimiento que esta enfermedad conlleva.
El diagnóstico de una enfermedad siempre cambia la vida del afectado, pero algunas personas afirman que les ayudó a disfrutar más de los buenos momentos. ¿Cómo ha influido en tu caso el diagnóstico de fibromialgia?
El diagnóstico de fibromialgia no supuso para mí una sorpresa, porque yo sabía que la padecía desde hacía 15 años. En un primer momento sentí alivio porque alguien ponía nombre a la dolencia que me aquejaba desde hacía tanto tiempo, pero posteriormente sentí una rabia infinita. Me repetía “si yo lo sabía, ¿por qué todos aquellos médicos a los que había acudido en mis numerosas visitas, a lo largo de un peregrinaje inacabable, tratando de obtener un diagnóstico, tratando de desenmascarar la enfermedad, no lo sabían, no la encontraban, no la descubrían? ¿Por qué había tenido que transcurrir todo ese tiempo, todos esos años, con la incertidumbre, el dolor y el sufrimiento que conlleva?
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